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EL EXTRAORDINARIO “METEORITO” DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN
Num 32 - Noviembre 2005
Arroyomolinos de León (Huelva) 8 de diciembre de 1932.
LUGAR DE LOS HECHOS: Se trata de la localidad de Arroyomolinos de
León, provincia de Huelva, en la raya entre ésta y Badajoz; carretera
de Sevilla a Fregenal de la Sierra, a unos 100 kilómetros de La
Giralda. La mentalidad y habla de los arroyencos es bastante más
extremeña que andaluza. Un tranquilo y agradable paraje agrícola y
ganadero rodeado de hermosas dehesas donde se cría el cerdo ibérico,
rústico animal que tras la popular matanza se nos sirve en excelentes
jamones y chacinas. El bello y alargado pueblo -que por entonces
contaba con unos 5.000 habitantes- se halla enclavado en un atractivo
paisaje de montes y valles salpicado de encinares, a 700 metros de
altura.
CRONOLOGÍA : Los raros sucesos tuvieron lugar del 8 al 9 de
diciembre de 1932, fiesta de guardar de La Inmaculada Concepción, al
filo de la medianoche (entre las once y media y doce). El cielo estaba
encapotado y caía una lluvia persistente, aunque sin el menor asomo de
truenos ni tormenta. El aguacero persistió después de los extraños
fenómenos.
LOS TESTIGOS: Se han localizado a tres personas que con seguridad
contemplaron en las alturas el “melón ardiente” que atemorizó a los
arroyencos: la señorita Regina Santos Núñez, que reside en la calle
Primo de Rivera número 110, algo más abajo de las Escuelas Nacionales
(es la carretera que cruza el pueblo a todo lo largo); y Josefa
González Vázquez (junto con su hermana Esperanza), con domicilio en la
Plaza de la Iglesia.
LA OBSERVACIÓN: En la plácida y acuosa medianoche de La Purísima,
se divisó de repente una espectacular luminosidad, originada por una
masa en forma de “melón de fuego” (literal) que caía del cielo
precipitándose sobre la vertical de la población, pero en apariencia
sin llegar a estrellarse contra el suelo. Cuando el cuerpo
incandescente había alcanzado una cierta altura en la trayectoria de su
descenso, la cosa fusiforme se deshizo o dividió en fragmentos,
originando una ensordecedora explosión, bien distinta al conocido
fragor que sigue a los relámpagos. No hemos averiguado el tamaño
aparente del elipsoide iluminado, su velocidad y movimientos de caída
ni la altitud a la que se desintegró.
REACCIÓN POPULAR: Corrían por entonces los conflictivos tiempos de
la II República. Dos meses antes, el 6 de octubre de 1932 y durante una
tensa Huelga General, se desencadenaron disturbios en Arroyomolinos,
resultando heridos cuatro guardias civiles. La agitación social en la
villa era muy acusada y el miedo y el odio se mascaban en la atmósfera.
En la cárcel de la calle Grande (donde metieron un tiempo a Florencio
Darnaude Campos, jurídico del Ejército de Tierra) se hacinaba una
veintena de detenidos.
Cuando el supuesto aerolito atronó los cielos, los lugareños
creyeron que se trataba de una bomba de gran potencia colocada por los
extremistas por motivos políticos, y cundió una fuerte alarma. Los que
ya dormían se despertaron sobresaltados, y el pueblo en masa se lanzó a
la calle presa de gran nerviosismo preguntando qué había pasado. En la
Casa Cuartel acechaban más de veinte guardias civiles concentrados
desde la revuelta de octubre, quienes al oír el estruendo se
parapetaron empuñando los fusiles en el interior del edificio, temiendo
que se tramaba un atentado terrorista contra la fuerza pública.
Un operario a las órdenes del contratista Cristóbal Luque (natural
de Valencina (Sevilla)), que trabajaba en la construcción de la
carretera Arroyomolinos-Cañaveral de León, estaba sumido en el más
profundo sueño en su alcoba de la Fonda de Parente, con fachada a la
carretera a Fregenal, y sin recordar cómo se encontró de improviso en
mitad de la calle vestido, con las botas puestas y los calcetines en la
mano.
EL APAGÓN : Inmediatamente después del enorme traquido, la luz
eléctrica se extinguió en todo el lugar durante unos dos segundos,
luciendo a continuación con normalidad. Antonio Darnaude Campos,
empresario del alternador movido por gas pobre que suministraba la
energía eléctrica, asegura que no encontró explicación alguna a la
interrupción del fluido, ya que ni el motor, ni la dinamo ni la red de
cables sufrieron el menor deterioro.
Las instalaciones se encontraban en aquel momento bajo la
supervisión del electricista Guillermo Silva Ballesteros, quien declaró
que nada anormal se había registrado en las dependencias de la
“Electro-Harinera-Panificadora San Fernando” que justificara la caída
momentánea del voltaje en los conductores. La unidad motriz y el
alternador continuaron funcionando sin alteraciones, y Guillermo no
manipuló en esos segundos ningún interruptor ni reóstato.
INTERFERENCIAS ELECTROMAGNÉTICAS: En la residencia de Antonio
Darnaude Campos [hermano soltero de Narciso , padre del que da cuenta
de los hechos], hombre dotado de una fiel memoria para las ocurrencias
del pasado, casa sita en calle Primo de Rivera,33; se incendió la
instalación eléctrica del piso alto, seguidamente de la conflagración
atmosférica. Un empleado que pernoctaba en la misma planta junto con su
esposa Hipólita (empleada de hogar de la familia) en casa de Antonio,
Martín Rodríguez Garrido (más conocido como “Martín el del Tío
Peregrino”), corrió escaleras arriba hasta conseguir dominar las llamas
en los hilos de cobre. En el piso bajo el cristal de una bombilla
eléctrica , que estaba apagada cuando sobrevino la detonación, resultó
pulverizado en pequeñísimos trozos.
Desde el inmueble del número 33, una pareja de cables conectados a
un receptor de radio cruzaba la carretera hasta el “casino” (taberna)
de la acera de enfrente, donde enchufados a un altavoz habilitaban el
que se transmitieran a los parroquianos, sentados en camillas con
braseros de picón bajo sus faldas, las emisiones radiofónicas captadas
en la acera de enfrente por el aparato del dueño de la fábrica de
harinas, pan y electricidad. Ambos conductores se rompieron en
coincidencia con la explosión.
De los tres únicos captadores de ondas que existían por aquel
entonces en Arroyomolinos, dos resultaron deteriorados por el percance
sonoro y dejaron de funcionar. Al radiorreceptor de Antonio Darnaude se
le quemó el condensador fijo en la entrada de la antena. El doctor
Diego Vélez Escassi tenía su radio apagada, y no obstante al día
siguiente no emitía sonido alguno. La tercera unidad pertenecía a
Cornelio Fernández, que la mantenía encendida en su domicilio de la
calle San Roque esquina a Primo de Rivera, y allí no se notaron
perturbaciones en el momento crítico.
EFECTOS ADICIONALES : En la estructura de la Iglesia Parroquial se
entreabrió una grieta en el enfoscado de uno de sus muros interiores.
En la Fonda de Parente (Primo de Rivera, 29) se derrumbó un tabique que
dividía dos habitaciones de huéspedes, provocando la consternación de
Domingo Parente, corpulento hotelero de la villa.
En la pequeña factoría eléctrica ya mencionada, existía bajo techo
y en el interior de la nave de motores un foso seco con dimensiones
aproximadas de 1,50 metros de ancho, 2 de largo y 2,50 de profundidad,
hueco que albergaba el tubo de escape del motor, alimentado por el gas
pobre generado por un gasógeno de gran tamaño alojado en una estancia
anexa y que se caldeaba con leña de jaras, y asimismo, otro caño que
conducía agua desde un pozo situado en el exterior. El fondo de este
agujero era de roca viva de notable consistencia. A la mañana siguiente
se comprobó con asombro que el piso de la poza aparecía removido y
cubierto de piedras sueltas (“una carga de lascas”), pedazos arrancados
del duro subsuelo por una fuerza desconocida de tremenda potencia.
Algunos de estos peñascos tenían un peso de más de diez kilos.
La onda expansiva -o lo que fuera, porque la causa de tantas
anomalías no ha quedado nada clara- había sido tan formidable ¡y tan
selectivamente localizada! como para destrozar tres metros cuadrados de
recia cantera en bastantes centímetros de profundidad, intramuros de un
cilindro angosto y bajo el nivel del pavimento.
Y un detalle significativo: tanto en la central de energía como en
la posada y en el templo parroquial, lugares donde se constataron
destrozos físicos en su recinto interior, la techumbre y los muros no
sufrieron el menor desperfecto. Lo mismo ocurrió en el hogar de Antonio
Darnaude, donde un platero-aparador se vino abajo en la cocina con gran
estrépito, ocasionando la rotura de la vajilla doméstica; y se
partieron también dos cristales de la ventana que conectaba los fogones
con el patio.
En el edificio contiguo de Primo de Rivera, 31, una fascinante
“tienda de todo” propiedad de Francisco Marín Carneiro (cuñado, por
cierto, de la protagonista Josefa González Vázquez), inolvidable y
abigarrado establecimiento que expendía cualquier tipo de artículo que
la abundante clientela pidiera, colindante a su vez con el fondista
Domingo Parente, apareció una zanja ahondada (¿por qué presión o
empuje?) en el suelo terrizo del corral, con dimensiones de 2,00 x 1,50
x 0,50 metros. El manto vegetal y las arcillas habían sido extraídos y
se veían esparcidos alrededor de la flamante oquedad.
¿UNA MINI-ORTOTENIA LOCAL?: Se da la curiosa circunstancia de que
los enclaves donde la luz elipsoidal no identificada causó
desperfectos, se encuentran emplazados aproximadamente en una línea
recta (teoría del maestro Aimé Michel en el sentido de que algunas
veces los puntos de un cierto número de avistamientos ovni se sitúan en
una misma recta), o más bien en cierta franja longitudinal
relativamente estrecha. La iglesia y la planta eléctrica están
separadas por un kilómetro de distancia. La fonda, el casino, el
colmado de Marín y el caserón de Antonio Darnaude pertenecen a grosso
modo a esta misma alineación, si la ensanchamos en cierta medida.
INFORMACIÓN COMPLEMENTARIA: Ningún otro fenómeno colateral de
carácter anómalo nos ha sido comunicado. Tampoco se comentó el hallazgo
en el terreno de cráteres, socavones o posibles fragmentos del bólido
refulgente. Del mismo modo no se ha detallado el importante dato de la
velocidad a la que el “melón en llamas” se precipitaba hacia tierra, ni
si su descenso fue en vertical o hizo movimientos inclinados u
horizontales (en este último caso, un cuerpo que se echa encima
lentamente y/o zigzaguea nunca podría ser un meteorito convencional).
Por aquellas fechas el Alcalde de Arroyo era Domingo Darnaude
Campos, y el Juez de Paz, Cipriano Corona. El párroco pudiera haber
sido Antonio Montero Gordillo o bien Valentín González, extremo que no
ha sido precisado. La sanidad estaba al cargo de los dos facultativos,
Diego Vélez Escassi y Nicolás Martín Rocha. Al mando del “Todo por la
Patria” se encontraba el Teniente de la Benemérita, Sr. Fernández
Palomo, natural de Málaga. El nombre del Cabo era Manuel Millán, nacido
en Ubrique, y que más adelante llegaría a ser Jefe de la escolta del
General Gonzalo Queipo de Llano, liberador de Sevilla en la Guerra
Civil.
Uno de los números se apellidaba Poveda, gran tirador que
perteneció a la guardia del rey Alfonso XIII. Otros guardias cuyos
nombres se recuerdan eran Benito Cebrián Ruiz, Casildo Ortega y el
señor Masero. Como dato curioso, aunque sin relación con el insólito
evento de 1932, hacia el verano de 1952 ( ¿ ) y tras una aparatosa
tormenta, las calles de Arroyomolinos aparecieron cubiertas de
numerosas y diminutas ranas, cuyo dudoso origen -traído por los pelos-
se atribuyó al arroyo del Abismo que cruza la población.
DETALLES DEL AVISTAMIENTO POR JOSEFA GONZÁLEZ VÁZQUEZ La que pasado
el tiempo se convertiría en esposa del licenciado en Derecho y
profesor, Manuel Márquez, (“El Estudiante”), divisó en las alturas al
modo de “un ovillo o bola que iba soltando muchas chispas, una especie
de madeja cuyo hilo se fuera desprendiendo”. Al principio creyó que era
un relámpago, pues el “ovillo” iluminó con una poderosa luz toda la
zona e incluso el interior de las viviendas. El objeto resplandeciente
“cayó” (¿descendió hasta chocar con el suelo?) al sitio denominado
Barranco de la Morena.
MÁS SOBRE LA FONDA DE PARENTE: Benito Sánchez Márquez
(“Benitorro”), ex Juez de Paz y propietario de un taxi, que se
encontraba en el hospedaje al tiempo del cuasi aterrizaje del
“meteorito”, da fe de que un camión Chevrolet albergado en el patio de
la contigua posada sufrió ciertos daños. Por otro lado, los cuadros
colgados de las paredes en las habitaciones del hostal aparecieron en
las baldosas, y se abrieron grietas en algunos muros. El testigo jura
que en la fonda “cayó algo”, aunque no puede precisar qué. En el
momento del incidente se encontraban en la camilla del comedor Domingo
Parente, su esposa Pilar y dos muchachas de servicio llamadas Magdalena
Gines e I. Domínguez (cuñada de Diego Valero “El Aceitero”,
transportista y negociante local).
Al producirse “el trueno tan exagerao” Domingo se llevó tal susto
que “le dio un patatús” y se cayó al suelo. Quienes le rodeaban
tardaron más de media hora en hacerlo reaccionar. Benitorro cuenta que
“en Arroyo hubo quien se mareó” con motivo del estampido aéreo, y las
puertas de algunas casas se abrieron solas. Según él, la noticia del
“ruidoso meteoro” saltó a algún periódico pero no recuerda cuál, por lo
que convendría examinar en la hemeroteca el ABC y El Correo de
Andalucía (Sevilla), Odiel (Huelva) y Hoy ( Badajoz ) en sus ediciones
del 9 al 15 de diciembre de 1932.
LA “PELOTA DE FUEGO” DE GALAROZA : En la misma jornada del desplome
del “balón de rugby” sobre Arroyomolinos de León, 8 de diciembre de
1932 , hacia las seis y media de la tarde (cinco horas antes del
espectáculo celeste arroyenco), la solemne procesión anual de La
Inmaculada Concepción transcurría sin novedad por las adornadas calles
de Galaroza, localidad de la misma provincia de Huelva en la serranía
de Aracena, con 2.600 almas y distante 29 kilómetros por carretera de
Arroyomolinos.
De repente los numerosos fieles que caminaban despaciosamente en
las dos filas del cortejo religioso contemplaron atónitos en el cielo
“una pelota grande del color del fuego que giraba y parecía que iba
dando vueltas”. El fenómeno lumínico se desplazaba lentamente, a tal
punto que a algunos devotos les dio tiempo de ahumar cristales para
observarlo mejo , lo que indica por otra parte que el objeto esférico
despedía un fulgor muy intenso. Esta observación multitudinaria ha sido
detallada por Rosa Rodríguez, casada más tarde con Benitorro, quien
explica que “la pelota “encendía” la vio toda Galaroza”, por lo que
sería factible localizar otros testigos.
No deja de ser interesante la coincidencia de ambos fenómenos tan
inusuales y llamativos en dos enclaves distantes a vuelo de pájaro unos
quince kilómetros, y separados tan sólo cinco horas en el tiempo. ¿Cuál
fue la naturaleza y origen del “melón ardiendo” de Arroyomolinos y del
“balón de candela” en Galaroza?. ¿Hubo alguna relación entre ambas
exhibiciones?.
Si el cegador “ovillo que se deshilachaba” sobre Arroyomolinos era
un cuerpo natural en caída libre, originó una sarta de efectos
electromagnéticos y físicos harto singulares, difícilmente explicables.
Y la “naranja ígnea” escoltando a paso de tortuga el rosario mariano de
Galaroza, que sepamos no cabe asimilarla a ningún suceso de la
naturaleza ni a artefacto alguno de la aviación de la época. El segundo
intruso aéreo si no también el primero, es a todas luces lo que quince
años más tarde se bautizaría como objeto volante no identificado. Y siendo el melón celeste tan cercano en el tiempo y en el
espacio a la esfera rodante de la Pura, ello hace sospechar que existió
una vinculación no natural entre ambas sorprendentes efemérides, de las
que se habrán perdido muchas pistas por haber tenido lugar sesenta años
atrás. Si algún testigo de Arroyomolinos declarase que el “melón
quemante” se descolgaba en el aire con lentitud o sin seguir una
trayectoria recta, sabríamos a ciencia cierta que tanto en Galaroza
como horas después en Arroyomolinos se desarrollaron en la atmósfera
onubense misteriosos acontecimientos intencionales orquestados por
alguna inteligencia foránea, por motivos arcanos.
Agradecemos a Manuel Darnaude Giménez su valiosa colaboración en
cuanto al interrogatorio de algunos testigos. Y a Antonio Moya Cerpa
sus dos estupendos dibujos descriptivos de lo que se descolgó de las
alturas en Arroyo y Galaroza. En el dossier de esta historia figura la
siguiente documentación: la referencia a Arroyomolinos de León en el
Diccionario Geográfico de España por Pascual Madoz (2 páginas); 3 mapas
y 17 fotografías de las casas y calles de Arroyo.
Arroyomolinos de León, a 31 de marzo de 1972.
Ignacio Darnaude Rojas-Marcos
darnaude@alotrolado2002.com |
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Vista de Arroyomolinos de León (Huelva).
Dibujo de Antonio Moya Cerpa sobre suceso de Arroyomolinos.
Dibujo de Antonio Moya Cerpa sobre suceso de Galaroza.
Casa de Antonio Darnaude Campos, en Arroyomolinos.
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